Una raqueta para escurrir los espaguetis, cenas descongeladas, dos náufragos en el Nueva York de finales de los años 50, un final en el que no hay beso —solo una partida de cartas— y una de las obras maestras de la historia del cine.
Él es C.C. Baxter (Jack Lemmon que estás en los cielos), un oficinista de poca monta que trata de ascender en una gran compañía de seguros prestando su apartamento a los jefes para sus ligues. Ella es la señorita Kubelik, la ascensorista del edificio donde trabaja (encantadora Shirley MacLaine). Y bajo una engañosa cáscara de comedia romántica se esconde una de las películas de amor menos románticas jamás escritas.
Un cocktail perfecto en el que la elocuencia narrativa del genial Billy Wilder, la espectacular puesta en escena, su fotografía en blanco y negro, la fantástica banda sonora de Adolph Deutsch y la química entre sus dos protagonistas convierten “El Apartamento” en una delicia absoluta, de esas que hay que revisar las veces que haga falta.
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Reseña publicada en el diario Las Provincias el 12 de mayo de 2018